Mis 40 años fueron muy agetreados.
Perdí a un mejor amigo, justo en el mes que ambos cumplimos 40.
Aún atarantado por eso, nos tocó vivir un temblor en la Ciudad de México...
Dos sucesos tan fuertes que me empujaron a tomar la decisión drástica de cambiar de ciudad.
El recordatorio de la fragilidad de la vida, sumado al recordatorio de la fragilidad de una ciudad, me hicieron tomar una decisión que al menos por un rato me permitiría disfrutar lo importante.
No me equivoqué...
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