Acepté un trabajo en un país centroamericano. En una de las ciudades "más peligrosas del mundo" en cualquier ranking de aquellas épocas (2005): San Pedro Sula, Honduras.
Era un trabajo temporal entre mi trabajo actual y la maestría. Tenía que renunciar al actual para que tuvieran tiempo de contratar y entrenar al siguiente. Inocente yo que lo hice mi problema; era yo un joven profesionista honesto. Hoy en día sé que debí haber renunciado cuando a mí me convenía.
Pero volviendo al tema principal... acepté el trabajo porque nunca he podido rehusar el vivir emociones nuevas. Si era una ciudad peligrosa, qué mejor que tener la oportunidad de verla y vivirla.
A mi papá no le gustó cuando le platiqué...
Pero me marcó unas horas después...
Me dijo que le gustaba que fuera como soy... me dijo que no cualquiera...
Me fuí empoderado.
Viví excelentes experiencias y conoci gente excelente.
y regresé...
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