viernes, 29 de diciembre de 2017

Perder a un amigo

Para estas alturas de la vida ya me quedó claro que la muerte es parte de la vida.  Te lo dicen.  Lo lees.  Lo sabes.  Pero no es verdad hasta que lo vives.

Hasta que la gente que fue parte de tu vida ya no está.

Las tragedias son tragedias sólo para los que no han entendido.  Nacemos, vivimos y morimos; y formas de morir hay miles.

No son tragedias. Solo finales.

Vivir 99 o vivir 25, da igual, decía mi Papá. QEPD.

Pero este año por primera vez perdí a un mejor amigo.  De esos que supieron todo de tí.  De esos que supiste todo de ellos.  De esos con los que creciste.  De esos con los que creciste y te hiciste.  De esos con los que a pesar de distancias, siempre se mantuvo el contacto.

En mi cabeza está vivo.  Lo veo vivo.  Lo veo reir.  Lo veo moverse.  Ahí está.  Hablo con él y compartimos momentos.

Sentí que no tenía derecho a sentir, pues sentir era derecho de su familia.

Pero si sentí.  Si siento.  Lo extraño aunque ya casi no lo veía.

Mucha mucha gente me dió el pésame.  Ese día me extrañó.  Hoy lo entiendo.

Ya pasé por ésto antes.  Sé que el dolor pasa.  Quedan los recuerdos.  Por lo general felices.

El vacío ahí queda para siempre.

Ojalá sea verdad que lo volveré a ver.  Ojalá sea verdad que te volveré a ver.  Ojalá sea verdad que estás bien.

Ahora sé lo que se siente que te falte un hermano.

¡Abrazote hasta el cielo, hermanito!


jueves, 17 de agosto de 2017

La seguridad

Crecí practicando diversos deportes.  Pero si con algo crecí fué con "karate".  Cuando dejé de crecer ya había dejado el karate.

Viví muchas clases, muchos combates, muchos torneos de karate, muchos torneos mixtos... Noquee y fui noqueado...  Supe lo que era estar nervioso... horas antes... días antes...

Además tuve que pelear alguna o muchas veces en categorías superiores por aquello del peso.

Después de eso, practique un poco de box y muchas tardes "boxeamos" o algo así, en la cochera de mi casa.  Ocasionalmente en el barrio hubo que practicar lo aprendido.

La cosa es que yo sabía colocar un buen chingazo en la cara.  Lo sabía y el saber que lo sabía me daba una gran seguridad; la seguridad de saber que puedes colocar un buen madrazo en dónde lo quieres colocar, en el momento que lo quieres colocar.

Lo sabía y había tenido la oportunidad de probarlo.

Pero pasaron los años...

Cinco, diez... veinte años...

Sin practicar...

Cinco, diez... veinte años que pasaron en los que yo creía que aún podía colocar un buen chingazo en la cara.

Hace un par de diciembres regresé a casa.  Volví a boxear con los que boxeaba 15 o 20 años atrás.

Descubrí que ya no pegaba y que ya no aguantaba.  Descubrí que me cansaba.  Descubrí que ni siquiera le atinaba a donde le quería atinar.  Y me volvía a cansar.

o sea que viví 20 años pensando que podía colocar un un buen chingazo en la cara...

o sea que viví 20 años actuando con una seguridad que ya no era mía...

Después supe que ya no podía pasar un "pasamanos" o hacer triceps con peso libre... o dominadas...

El tiempo pasa... y pasa.

Algo así pasa con el aprendizaje y el conocimiento.



"Ser aventado"

Acepté un trabajo en un país centroamericano.  En una de las ciudades "más peligrosas del mundo" en cualquier ranking de aquellas épocas (2005): San Pedro Sula, Honduras.

Era un trabajo temporal entre mi trabajo actual y la maestría.  Tenía que renunciar al actual para que tuvieran tiempo de contratar y entrenar al siguiente.  Inocente yo que lo hice mi problema; era yo un joven profesionista honesto.  Hoy en día sé que debí haber renunciado cuando a mí me convenía.

Pero volviendo al tema principal... acepté el trabajo porque nunca he podido rehusar el vivir emociones nuevas.  Si era una ciudad peligrosa, qué mejor que tener la oportunidad de verla y vivirla.

A mi papá no le gustó cuando le platiqué...

Pero me marcó unas horas después...

Me dijo que le gustaba que fuera como soy... me dijo que no cualquiera...

Me fuí empoderado.

Viví excelentes experiencias y conoci gente excelente.

y regresé...

domingo, 2 de abril de 2017

16 meses...

Pasaron un año y cuatro meses desde aquel día...

Lo primero que uno sufre es la pérdida.  Creo que la pérdida evoluciona en un proceso de duelo que ya está más que definido.  La pérdida fué lo primero que mi cabeza quiso enfrentar.  Lo hizo bien.  Ganamos.  Por lo general los recuerdos de papá vienen con una sonrisa.  Ya no está, y tarde o temprano ya no iba a estar.  Me faltó, pero supongo que de seres queridos nunca llena uno.

Después viene el lidiar con las circunstancias.  Esto me ha sido un poco más complicado.

El problema es que no me había dado cuenta.

Las circunstancias de ese día.  De esa semana.  De esa Navidad.

Después el año siguiente.  Cada tres meses me sentía ya listo para seguir adelante y cayendo en cuenta que viví los últimos tres en piloto automático.

Después del primer año, siento como que el color y el calor ha ido regresando a la vida.  Veo el primer año como gris y frío.  El segundo ya no tanto.  Como cuando en las caricaturas llega la primavera.

Nomás porque así es la vida, regresan las circunstancias pegando como con guante de box alterado.  Ahora causando estragos.

No me tumba, pero sí me afecta.  Más que nunca.  No sería problema si me afectara sólo a mí.  Pero son causas y traen efectos que no puede uno contener en la cabeza.

Me las voy a arreglar.  No tengo duda.  Sólo que aún no sé cómo.