Era la época de la adolescencia, estábamos de vacaciones de verano, y un amigo* tenía pendiente una pelea con los de la colonia de a lado.
No recuerdo por qué, ni contra quién. Pero allá iba a haber tres personas, así que nos fuimos tres personas al lugar de la cita.
Era en su territorio, por lo que nos estacionamos lejos para llegar caminando y observando desde lejos, en caso de que fuera una trampa y nos estuvieran esperando más de tres.
Llegamos al parque. No hubo problema, había sólo tres.
Había que ir por el carro y me tocó a mí. Para seguir el equilibrio me tuvo que acompañar uno de ellos. Me cayó bien. Seguro hubiera sido amigo nuestro sí sus papás hubieran vivido en nuestra colonia. Pero bueno, tal vez tocaría pelear con él o con el otro.
Llegamos al parque y la pelea ya había empezado. Peleaban sin muchas ganas. Todo muy callado. El resto de nosotros haciendo un círculo.
Llegó el momento en que había que declarar un ganador. Decidimos separarlos. Volteamos a ver a los del otro equipo para ver si estaban de acuerdo. Así era. Nosotros fuimos por nuestro amigo, los otros fueron por el otro.
Se despidieron. Nos despedimos. Regresamos a nuestro territorio.
Hoy no sé si esto es ridículo, o algo natural y una resolución sana. En ese entonces era normal.
* QEPD
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