Cuando las cosas parecen difíciles en cualquier sentido, me viene a la mente un recuerdo de aquel par de años en la escuela militar.
Cuando uno incurría en alguna falta que ameritaba un castigo un poco más severo, había que pasar el fin de semana marchando.
Las horas inútiles de marcha, que sustituían el poco tiempo libre del que un cadete gozaba cada semana, comenzaban con una sesión de trote alrededor del campus y en muchas ocasiones por la ciudad. Había que trotar en formación, con botas y con el rifle. Algunos tramos alzando el rifle sobre la cabeza con los brazos extendidos. Está de más comentar que no era divertido.
Ya fuera bajo el sol en verano, o entre la nieve en invierno, la experiencia era agotadora a pesar de que gozábamos de buena condición física. Un castigo a final de cuentas.
Ese día, estuvimos dando vueltas alrededor de la escuela un rato y yo me sentía agotado como nunca. Sentía que tenía que detenerme y atenerme a las consecuencias o me desmayaría si daba dos pasos más.
Finalmente nos dirigíamos a la escuela, lo que significaba que estábamos a punto de terminar.
De pronto, quien dirigía la formación, decide dar la vuelta en sentido contrario para alargar un poco más la fiesta.
No sabía si reír, llorar, gritar, tirarme al piso…
Se pudo sentir y oír que caía el ánimo del pelotón que un segundo antes creía que todo iba a terminar.
En eso, un compañero grita a todo pulmón: “We’re just getting stronger people! We’re just getting stronger!”
No supe quien fue, pero inmediatamente sentí una energía renovada. Justo a tiempo. Repetí su frase en mi mente. Después la grité. Inmediatamente el pelotón comenzó a cantar con más energía y fuerza.
Hasta el día de hoy, muchos años después, esa frase surge cuando siento que no puedo más.
Revivo la escena completa en mi cabeza, seguida de la energía renovada. Una sensación de fuerza. Una sensación de poder.
We are just getting stronger.